viernes, 24 de julio de 2009

El diseñador es como una P***, eso sí, de lujo.

Quizás muchos se sientan ofendidos, pero esta es la realidad. Bueno, quizás no tan cruda porque el que se dedica a esta profesión como yo, le tenemos verdadera pasión. Cada proyecto es un mundo inmenso de posibilidades y aprendizaje, se siente verdadera pasión en la realización de cada uno de ellos, se disfruta creando, moviendo, modificando, hasta llegar al resultado final y lanzarlo a la calle, sintiendo orgullo por el resultado final, y orgullo también al enseñarlo y decir, “esto lo he hecho yo”.
Pero volviendo al enunciado. Comparando profesiones, vemos como hay parecidos entre ellas: en las 2 se paga por un servicio (como en casi todas las profesiones, claro esta), el cliente manda y debemos hacer lo que nos diga casi sin rechistar (el negarse puede acarrear la perdida de ese cliente), hay que estar prácticamente en la calle para captar clientes, la competencia es feroz y gana el que ofrece más (si, la originalidad que todo el mundo quiere).
También, somos incapaces de quejarnos o negarnos ha hacer según que cosas (el cliente paga y tiene razón siempre), aunque podemos manipular la situación para llevarlo a nuestro terreno, hacerle comprender que su idea es buena pero la nuestra es mejor.
El diseñador (en mi caso Gráfico), siempre esta sujeto a presiones, a plazos de entrega, a críticos y los no tanto y por supuesto, bajo la atenta mirada de otros de la misma profesión. Eso sí siempre con la sonrisa pintada en la cara (veis, como una gran P***).
Hoy en día, han proliferado los estudios de diseño independientes de las grandes compañías de publicidad y marketing, es como deshacerse del chulo que nos controla, que admitamos, van muy bien para el que empieza en este negocio. Y muchos de estos estudios son los creadores de grandes diseños que funcionan perfectamente sin la intervención de un ente superior (agencia de publicidad y/o marketing). Por favor no se me ofendan, pero la publicidad y el marketing tienen que evolucionar y actualizarse a estos tiempos que corren.
Todo lo anterior parecen simplemente quejas y pataletas, pero sé que muchos se sienten igual, prostituidos. Pero, es la profesión que hemos elegido y la realizamos con muchísimo gusto y todas esas presiones pasan a segundo plano. Simplemente que la gente sepa como pensamos y como nos sentimos en muchas ocasiones (pero con gusto y alegria de trabajar en lo nuestro). Muchas otras cosas lo compensan y podemos decir que no hacemos la calle sin clase o estilo porque somos eso sí P*** de lujo y con orgullo.